Fragmentación
en el relato audiovisual televisivo
Es una característica
esencial de la ficción audiovisual; aunque siempre hay excepciones, es muy
difícil encontrar una película y aún más una serie en la que no exista alguna
forma de fracturación en su narrativa, ya sea por el montaje de los planos, por
la alternancia de la trama o por la
manipulación del tiempo en general. Desde algo tan básico como el montaje de
secuencias a partir de diferentes planos, los mecanismos de fragmentación de
historias y del tiempo narrativo siguen evolucionando día a día.
Esta característica define
al estilo de una tendencia, de una época o de una filmografía. La estructura
funcional del discurso televisivo se caracteriza tanto por la continuidad de un
discurso que parece que no tiene fin, como por su fragmentación. Las propias
emisoras de televisión son las primeras en poner en cuestión la autonomía de
los programas que contienen, que son constantemente fraccionados, además de la
división de multitud de programas en capítulos, la indefinición temporal y
temática de muchos programas que fluyen dentro de la programación, más que como
unidades independientes, como parte de un todo que a su vez se divide
permanentemente, haciéndose referencias permanentes a otros programas.
En suma, el discurso
televisivo aparece sistemática y constantemente dividido por cortes
publicitarios, interrupciones publicitarias y auto publicitarias, cortos
informativos, instaurándose un fragmentarismo, hasta el punto que, ya no
sabemos si cada parte conforma un todo más amplio o si ese todo consiste en un
ser fragmentario, cuyas partes se diluyen en un macro discurso que quita su
continuidad para, precisamente, tener al espectador pendiente y sujeto a la
posible continuación de un todo que nunca concluye. La fragmentación es una
promesa de unidad y unicidad que nunca se ve colmada, pero que tampoco recae
como proyecto; se produce cada vez en un consumo a trozos.
Rogelio Fernández Conde
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