lunes, 11 de noviembre de 2013

Radio



La audición nos permite comprender una gran parte del universo físico, biológico y social. Los sonidos nos mantienen alerta continuamente en relación a las actividades del medio ambiente, aún estando dormidos y en áreas distantes a la percepción visual. Más que la visión, más que el tacto, el oído es el sentido de la intimidad, ¡nuestros oídos sienten!
La radio hace muchos años era la que ocupaba el centro de la casa y convocaba a toda la familia y no tenía el sentido que ahora tiene, hoy en día la radio puede concentrarse en su lenguaje más específico, el de los sentimientos, y en su carácter de compañía personal. Como el oído al que se dirige, la radio es ahora un medio de comunicación íntimo, casi privado.
Entonces si cambia el modo de escuchar radio, por ende también debe cambiar el modo de hablar por radio. Se debe preocupar por llegar al oído del oyente, para poder lograrlo simplemente se debe usar un tono afectivo, común sin redundancias, pues la calidez no viene dada tanto por las palabras empleadas sino por la manera en la que uno las dice. Si escuchamos un programa radial que nos hace experimentar un sinfín de emociones o tan sólo una de ellas entonces este programa está yendo por buen camino. Pero si no causó ningún efecto en nosotros entonces se puede llegar a afirmar que no es radiofónico. Hablar por radio es emocionar, impactar. En radio lo afectivo es lo efectivo.
Hablar por radio es un arte, una pasión que no cualquiera puede llegar a tener, pues un buen locutor es el que logra esa conexión con sus oyentes utilizando aquellas palabras concretas que se captan con nitidez y que se siente que están todas dichas con simpatía, esas palabras que el radioescucha siente que pueden llegar a tocarse y que son pues las que hacen dar rienda suelta a la imaginación.

Ashley Nava Cruz

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